En las últimas horas se conoció el desacuerdo opositor y la atmósfera política en Formosa se ha cargado de una tensión palpable. Lo que se vislumbraba como un puente de unidad para desafiar el poder hegemónico del peronismo, se ha desplomado con el eco de un estruendo que retumba en los pasillos de la Casa de Gobierno.
El acuerdo electoral entre la UCR, el PRO y La Libertad Avanza (LLA) y otros espacios se disolvió, dejando a la oposición como un ejército dividido en la víspera de una batalla crucial.
El quiebre no fue un accidente, sino el resultado de un ultimátum que la UCR interpretó como una rendición incondicional. Desde las entrañas de La Libertad Avanza, se exigió una asimilación total: que todos se unieran bajo una misma bandera –la lila de LLA– y, como un tributo de vasallaje, que la Unión Cívica Radical cediera una de sus bancas en el Congreso. "Una de las más importantes era irnos todos bajo una misma sigla política, es decir, todos como La Libertad Avanza en la lista y que les reconozcamos al Gobierno una banca como condición indispensable. Sumado a que el candidato tenía que ser de LLA", trascendió, describiendo las condiciones como “imposibles”.
La banca en disputa, actualmente en manos de Fernando Carbajal (UCR), se convirtió en el punto de inflexión. Para el radicalismo, cederla no solo significaba perder un escaño, sino también traicionar el mandato de las urnas de 2023, donde obtuvieron la mayor representación legislativa de la oposición. "No nos podemos vestir de lila para conseguir o mantener nuestra banca", se sentenció, marcando una línea que no estaban dispuestos a cruzar.
Modelos en pugna por el alma de Formosa
Por un lado, emerge el Modelo Formoseño, que a lo largo de los años ha consolidado su identidad como un escudo protector para los sectores más vulnerables. Con una fuerte inversión en infraestructura pública, salud y educación, su discurso se ancla en la defensa de los derechos sociales y la reivindicación de una provincia que, a su entender, es un faro de resistencia frente a las políticas de ajuste de la nueva derecha. Este modelo se presenta como el artífice de una Formosa que crece y se desarrolla a espaldas de la crisis nacional, priorizando el bienestar colectivo.
Frente a este bastión, se alza la nueva derecha argentina, representada por la figura de Javier Milei y sus seguidores. Este modelo, que resuena con las recetas del FMI, propone una drástica reducción del Estado, una apertura económica irrestricta y una priorización del sector privado. Es un modelo que, en su esencia, se percibe como uno que excluye, destruye y entrega. En la visión de sus críticos, este camino podría significar el desmantelamiento de las políticas de inclusión y la entrega de la soberanía económica a los grandes poderes financieros.
La oposición, al no lograr la unidad, se ha convertido en la rama seca que se rompe antes de dar fruto. Ahora, en vez de un solo frente cohesionado, competirán en dos frentes separados: Juntos por la Libertad y la República y La Libertad Avanza. Esta fragmentación no solo debilita sus chances, sino que le ofrece al oficialismo el regalo de una oposición dividida y un camino más despejado para mantener su hegemonía.
Como la parábola del hijo pródigo, la oposición, en su intento de regresar al poder, se ha extraviado antes de llegar a la casa paterna, dejando el banquete servido para quien ha sabido conservar el control. El futuro de Formosa se dirime en esta encrucijada, donde la división de unos es la victoria de otros.